¿POR QUÉ HAY QUE HACER ORACIÓN? Hay un proverbio oriental que dice: "Si tienes un amigo
recorre con frecuenciael camino hacia su casa,
de lo contrario corres el peligro de que crezca la maleza
y no encuentres el camino". No encuentro frase mejor para expresar la importancia de la oración.
La amistad/el amor es un regalo,
el mejor regalo que nos podemos hacer los seres humanos,
es por tanto gratuidad total y absoluta:
nadie nos puede exigir amistad/amor ni nosotros se la podemos exigir a nadie.
Sin embargo la amistad, una vez que se tiene,
requiere ser cultivada, cuidada y atendida.
Se convierte, de esta forma, en una tarea.
Es necesario encontrar tiempo para estar con los amigos.
No es suficiente verlos y hablarles entre el barullo de la gente, hay que reservar un espacio para la intimidad,
para estar a solas, para compartir la existencia con quien quieres.
Cuando esto no se hace o se abandona,
al principio se echa en falta,
después la amistad va enfriándose poco a poco
y al final la distancia y la lejanía provocan que estas personas acaben viéndose como extraños y desconocidos.
La presencia del otro ya no dice nada, desapareció el afecto, murió el amor. En nuestras relaciones con Dios
nos puede pasar exactamente lo mismo.
Más de una vez habremos observado a personas cercanas,
comprometidas con el Evangelio y que, al volcarse en una activismo desenfrenado,
empiezan descuidando la oración
y acaban perdiendo la fe. La oración,
junto a la Eucaristía
alimenta la fe,
consolida la esperanza, acrecienta al amor.
Si dejamos de hacer oración
es como si dejáramos de comer.
Al principio se siente hambre,
pero después ésta desaparece (anorexia)
y entramos en el plano inclinado de la muerte.
En el caso de la falta de oración será muerte espiritual. |